Este blog cumple siete años en línea, y como verás empiezan a escasear las publicaciones. Entre una entrada y otra hay una distancia de días, a veces de semanas. No es que haya dejado de escribir; pasa más bien que he encontrado otras vías para expresar mis opiniones (o me he adaptado a ellas), vías más instantáneas y directas que las de explayarme en párrafos que poca gente tiene tiempo de leer en esta época donde la información ha sabido resumirse en pocas palabras sin perder la calidad. Es por ello que me suelo hacer la pregunta: ¿Para qué mantener, hoy en día, un blog personal? ¿Para qué tener un blog personal que obliga al autor a crear una base de lectores, la mayoría llegada de la nada, casi como náufragos en la red que se consiguen con esa isla de palabras, cuando hay herramientas como Twitter, Tumblr o Facebook, que garantizan mayores grados de «fidelidad» o al menos que te «lean» tus followers? La explosión blogspot hace tiempo que se extinguió. Esa manera artesanal de usar el lenguaje en HTML para armar una plantilla se volvió una muestra de la rápida evolución de la «red», que convierte a los pocos años la novedad en expresión rudimentaria. Revisa una tarde la lista de perfiles en Blogger o WordPress al azar y encontrarás un cementerio de blogs; verifica cómo un blogroll da hacia páginas en blanco; descubre cómo los directorios como to2blogs o Veneblogs han mutado hacia otra cosa. A menos que sea un blog corporativo, grupal o de un personaje público relevante, los blogs personales ya no surgen como setas, y los que quedan ya no son tan actualizados como antes. Entonces ¿para qué seguir con esto? Quizá porque los blogs son una voz diferente, una manera ordenada e imperecedera de transmitir un pensamiento. Especulo, quizá deba seguir buscando las razones que me han mantenido unido a Planeta en fuego durante estos siete años, y que aún me mantienen publicando acá.
Planeta en fuego es un blog genérico en línea desde hace cinco años. Durante todo este tiempo he respetado cada opinión emitida por los comentaristas de este sitio. En este blog tienen un espacio tanto los que les gusta lo que publico como aquellos que critican cada palabra que escribo. Cualquiera que navegue por este blog podrá leer infinidad de comentarios en los que se me ataca por emitir determinada opinión, comentarios que no elimino (a menos que sus propios autores me den una petición razonada, lo cual ha sucedido dos o tres veces en un lustro).
Respetuoso que soy de la libertad de opinión, así como yo expongo mis ideas, respeto a aquel que utilice las suyas en contra de mis ideas. En eso se basa la libertad de opinión y expresión: en oír o leer a quien emita una opinión que no te guste sin que saques un mazo para partirle la cabeza al otro (o, en otros casos, amenazando jurídicamente al autor de dichas opiniones).
Todo esto viene porque acabo de recibir un correo electrónico de un supuesto abogado que supuestamente representa a un cliente innominado (no da su nombre alegando una supuesta confidencialidad de su cliente) en el que se me «invita» a eliminar un artículo publicado en este blog referente al banco Banesco. En dicho artículo desmiento claramente una campaña difamatoria contra el banco. Este abogado alega que dicho desmentido lo que hace es, en cambio y sin que yo me lo proponga, colocarse del lado de la difamación.
Flaco favor el que le hace a su supuesto representado: cada usuario alarmado por estos rumores que trate de encontrar información en buscadores como Google, encontrará en los primeros lugares el desmentido de dicho rumor en Planeta en fuego, lo cual, en última instancia, juega a favor del banco.
Por respeto esencial a la libertad de opinión, tanto de los comentaristas de dicho artículo como del autor de este blog, me veo imposibilitado de eliminar esa entrada (cuyo vínculo coloco al final de este artículo, para que juzguen de qué lado de la balanza me coloco: del lado de la mentira o de la verdad). Si el respeto a la libertad es más poderoso que el temor de los hombres valientes y poderosos, esa entrada seguirá publicada.
[important]PS: Envié un correo al remitente del correo donde le explicaba lo mismo que expongo anteriormente. Al cabo de unos minutos recibí una respuesta del abogado, en la cual aclara que todo fue un malentendido, cito: «Somos una consultora que se dedica, entre otras cosas, a asistir a nuestros clientes a proteger su reputación o la de terceros (…). De solo hacer la más preliminar de las indagaciones noto que tu blog es de trayectoria y claramente no hay difamación, tu nota hace explícita mención a la condición apócrifa del texto que cita». Pues bien, le doy valor a un correo aclaratorio, porque da señas del interés porque prevalezca la verdad en todo este caso. Lo justo es que se respete la libertad de expresión, que es gracias a ella que los rumores pueden ser acallados.[/important]En este mare mágnum de vida que llevo había dejado pasar que fue junio el mes que simbólicamente elegí como aniversario de este blog que ustedes leen fielmente —ya sea porque llegan por error y les gusta criticar o porque simplemente vienen para bajar música de Dermis Tatú. De hecho, cuando hace cinco años descubrí lo que eran los blogs (buscando, vaya caradurismo el mío, música de Sentimiento Muerto) y decidí que era la mejor vía para publicar mis dibujitos y mis textos, no dudé en que estaría vinculado a la banda de Cayayo Troconis y por ello escogí una frase enigmática de la canción H para darle nombre a esto: cada grieta en el cerebro es un planeta en fuego. Sin quererlo, esa vinculación a la obra de Cayayo me llevó a relacionarme con personas que han determinado muy buenos momentos. En este quinto aniversario de Planeta en fuego, no encuentro mayor agradecimiento que a ustedes, los que leen entradas como estas, porque demuestran una fidelidad de la que siempre estaré agradecido y es por ustedes que este blog, con sus pausas y desaciertos, se mantiene en línea. Gracias.
Sigo sin Internet en mi casa gracias a la incompetencia de la nueva Cantv. Supongo que de tantas veces que he llamado para reportar la falla mi voz ya es conocida ego y odiada vanidad en el centro de atención al cliente de Cantv ABA. En esta época de austeridad en la que vive el país no sé cómo no han despedido a unos operadores que te atienden con ladilla mortal y cuya función muy bien podría realizarla una grabación que repita hasta el hartazgo: «¿Qué modelo de modem tiene? Apágalo, enciéndelo (no puedo seguir así, oh no ♪). Su reporte ha sido tomado. Gracias, buenas_______». Fin de grabación. A todas estas, estoy revisando menos el estado de este blog. Y hoy me he encontrado, para mi desagrado, con que un plugin de la página recientemente actualizado generó automáticamente un anuncio publicitario. (Algo que me propuse desde un principio fue no colocar publicidad en Planeta en fuego, aunque ello me pudiera aportar unos cuantos centavos de dólar que a la larga pudieran servir para pagar el hosting de este blog.) Lo peor: que el anuncio que aparecía en toda la página promocionaba casinos y páginas porno. Y no es que el cine porno me escandalice, pero sé que a otros, sí. Mis disculpas para esos visitantes que vieron ese anuncio. Ya fue retirado y Planeta en fuego sigue sin molestos anuncios.