Héctor Rodríguez, ministro para el Deporte, repitió hoy la posibilidad de que las selecciones deportivas de Venezuela cambien de color. Estas declaraciones desafortunadas de Rodríguez no deben tomarse sólo como una muestra de desprecio absoluto hacia el arraigo que tiene este color en la población venezolana, tampoco como ignorancia supina cuando alega que los países juegan con los colores de sus banderas (¿acaso hay azul en la bandera italiana, blanco en la de Alemania y Ghana?), sino que deben tomarse como una señal poderosa del poder ilimitado que tiene el Gobierno y de que ellos pueden hacer lo que les da la gana y no hay quien los detenga. En realidad, a ellos no les interesa el color de la Vinotinto, tampoco el deporte, simplemente quieren desmoralizar a la población (chavista o no), porque un pueblo desmoralizado es más fácil de dominar. Estas declaraciones poco inteligentes de Rodríguez me recordaron Invictus, cuando seguidores radicales del ANC querían cambiarle el nombre y los emblemas a los Springboks, hasta que la aparición de Mandela evitó esto. Y el alegato de Mandela fue simple: los símbolos se respetan por su importancia psicológica para las personas. En el caso de la Vinotinto, somos muchos los que hemos tomado este color como sello que nos identifica en el mundo deportivo. Es como si un día alguien propusiera cambiarle los colores al Barcelona FC o los colores al AC Milan. Cambios han tenido a lo largo de su historia los equipos, pero cuando unos colores y unos símbolos se arraigan en la cultura, eso merece todo el respeto. Siendo un país donde el deporte nos interesa más que otras cosas, espero que la reacción popular detenga esta propuesta que nos asimilaría a las selecciones de Colombia y Ecuador.
Un día después (2005),
Álvaro Rafael.
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Quiero ser el único que te muerda la boca,
quiero saber que la vida contigo no va a terminar
Sin documentos
Los Rodriguez
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Quería decirte algo sencillo pero una imagen fue más extensa que las palabras.
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Te quiero sentir acostada a mi lado, antes de caer otra vez dormida, sonriente y hermosa, y besar suavemente tu cuello y sentir tu respiración sobre la almohada, cerca de mi rostro.
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Dime si duermes o es una continuación del placer.
Dime si lo que ves es un sueño o desperté lo que siempre esperaste ver.
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No sabía cómo empezar a decirte lo dulce que es observarte hasta que supe que el silencio es la fina nota que acompaña la forma de tu cuerpo. Mirar tus pies descubiertos de las sábanas, mirar tus manos entrelazadas a mis manos y sentir el manso bombeo de tu corazón recorrer mis manos.
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Dime si duermes o es una continuación del placer.
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Dime si mi ansiedad porque te marches ahora, aunque sea un momento, no es real. Quiero que mis manos no suelten tus manos, quiero tocar tus manos y que tus labios toquen otra vez los míos.
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Dime si esta sensación es real o es parte de un cálido sueño.
Dime si duermes o es una continuación del placer.
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letra «sin documentos» Los Rodríguez, Calamaro 22 de noviembre de 2008, Calamaro en Caracas-Venezuela, poesí erótica venezolana